domingo, 6 de junio de 2010

Razón y corazón

Rara vez los dictados de la razón y del corazón coinciden, al menos en muchas personas entre las que me encuentro. Supongo que le ocurre a mucha gente y al menos a mi, cuando me encuentro con alguna persona que no toma una decisión sin antes pasarla por el tamiz de la razón, no se si la admiro o me da un poco de pena. Conseguir el equilibrio es dificil y comprendo que una persona madura debe intentar buscar que al menos no exista un importante desequilibrio entre esas dos fuerzas.
No hace muchos años yo solo me regía por lo que me dictaba esa víscera llamada corazón y a la que le hacemos responsable de todo lo sensiblero que tenemos los humanos. Decimos de una buena persona: "tiene un gran corazón" y a lo mejor estamos en un gran error. Si la examinara un cardiólogo igual se encontraba con que ese corazón estaba hecho un puro cascajo. En cambio cuando hablamos de una persona que se rige por la razón y procura analizar las consecuencias de sus actos, la tildamos de fria, calculadora, etc. ¿donde está realmente el punto justo en que se equilibra la balanza del sentimiento y la razón...?
Mucho se ha escrito y se escribe sobre este tema y forma parte de lo que ahora conocemos como la "inteligencia emocional".
No soy una experta en psicología pero cuando empecé a leer algunos libros que trataban este tema, comprendí que a la hora de resolver nuestros propios conflictos e incluso ayudar a otros a resolver los suyos, era importante aplicar las herramientas de una buena inteligencia emocional y las opciones de resolución de conflictos se amplian y empiezas a ver las cosas de distinta manera a cuando las ves a través de un tubo, que te da una visión muy raquítica. Hace muchos años que una persona me dijo: intenta ver algo a través de un tubo y verás que poca cosa puedes percibir. Hice la experiencia con el tubo sobre el que se enrolla el papel higiénico y ví que realmente con lo que se veía no podías empezar a andar por el mundo.

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